Ludmila Vinogradoff
Tras haber superado el trauma que le produjo el “por qué no te callas” del Rey Juan Carlos, aún fresco en la memoria colectiva, el presidente Hugo Chávez empezó 2009 con un referéndum para reelegirse sin límites cuantas veces se le antoje. Esta enmienda a la Constitución, aprobada el 15 de febrero con el 54 % de los votos, fue rechazada junto a 69 proyectos de ley en un referéndum anterior que había ganado la oposición.
Con ese resultado, el mandatario se siente apoyado para profundizar la revolución y avanzar en su socialismo siglo XXI, inspirado en el modelo comunista cubano. Pese al rechazo generalizado, impone 26 decretos ley socialistas y le quita competencias, atribuciones y presupuesto a la Alcaldía Metropolitana de Caracas y a su alcalde, Antonio Ledezma.
También reforma la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, incorporando un quinto componente: las milicias populares que estarán bajo su mando. Su objetivo es defender la revolución. Sería la guardia pretoriana del presidente y el brazo armado del Partido Socialista Unido de Venezuela.
Se profundiza el conflicto con Colombia al congelar relaciones diplomáticas y comerciales con el pretexto del acuerdo de las bases militares con Estados Unidos. Esto deteriora el suministro y produce escasez de los productos básicos que consumen los venezolanos.
Mientras Caracas destruye puentes fronterizos, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, campean en Venezuela como Pedro por su casa. Según el informe de la Comisión de la Verdad de Ecuador, la guerrilla tiene comandos operativos en Venezuela, cuyas autoridades hacen la vista gorda.
Chávez pierde parte de su influencia y liderazgo continental. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, se hace sentir como el gran líder de la región. Y Chávez, en su afán por recuperarlo, adopta actitudes que rayan en el histrionismo.
Su política exterior fracasa en restituir al presidente depuesto Manuel Zelaya. Su luna de miel con el iraní Ahmadinejad se fortalece con los convenios de cooperación. Los planes armamentistas se amplían con Rusia (la factura podría llegar a los 10.000 millones de dólares). También profundiza la relación con su amigo Fidel Castro y los cuatro aliados de la Alianza Bolivariana, Alba: Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador.
La venezolana Stefanía Fernández , Miss Universo 2009, logra ser coronada por su compatriota Dayana Mendoza, lo que marca un hito histórico en este tipo de concursos y da un soplo de alegría y esperanza a sus desanimados fans.
El movimiento estudiantil es reprimido con fuerza por protestar contra la violación de los derechos humanos y los presos políticos. Muchos de los estudiantes se cosieron los labios hasta lograr que la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos atendiera el caso venezolano.
Las expropiaciones de fincas se multiplican. Los ganaderos y la patronal Fedecámaras denuncian que el gobierno impulsa la toma de tierras productivas y no las ociosas. El gobierno toma el control de 2,5 millones de hectáreas en plena producción privada y ahora, con su gestión, ya lucen abandonadas.
La catástrofe económica derivada de la caída de los precios petroleros es camuflada con 2 % del PIB, una inflación del 27 % y el estancamiento de la actividad.
Reforma la ley del Banco Central de Venezuela para otorgar poder absoluto al Jefe del Estado, designar a sus autoridades monetarias y poner en marcha la maquinita de hacer billetes.
Compra el Banco de Venezuela al español Grupo Santander. Así, la banca pública logra posicionarse con el 25 % de los depósitos de los ahorristas. El año cierra con el estallido del escándalo bancario y la intervención de ocho bancos pequeños por “insolvencia” y “estafa de fondos”. Chávez ordena encarcelar a los empresarios Ricardo Fernández Barrueco y Arné Chacón, pero el resto de los banqueros implicados en la trama de corrupción se da a la fuga.
El mandatario también manifiesta su intención de eliminar la separación de poderes consagrada en la Carta Magna y ordena la aprobación legislativa de dos proyectos como la Ley de Participación y Poder Popular de las Comunas, que impulsan la propiedad social y las comunas en perjuicio de la propiedad privada.
Los venezolanos asisten al entierro de su joven pero moribunda Constitución, con apenas 10 años de vida, sin que se haya decretado su muerte oficial todavía.
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