16 febrero, 2010

Acaban los últimos reductos de libertad

El plato informativo fuerte del día es la salida del periodista opositor, Alberto Federico Ravell, de la dirección Ejecutiva de Globovisión. Y no importa si fue despedido o si renunció, el impacto en la opinión pública es igual de contundente y abrumador.

Tampoco es determinante si es verídica la teoría de que la decisión de la salida de Ravell del canal informativo la tomaron los socios mayoritarios por las múltiples presiones que venían recibiendo del Gobierno de Chávez, al mejor estilo de El Padrino. O si realmente, la decisión se debió a las profundas diferencias de opinión entre los accionistas mayoritarios por la radical forma de gerenciar la estación de Ravell. Tal vez, incluso, hay de todo un poco.

Ya los hechos se encargarán de confirmar cuáles fueron las verdaderas causas del cambio de gerencia. “Por ahora”, los programas anclas de productores independientes han mantenido su tradicional línea editorial crítica. Una prueba de ello fueron las fuertes críticas que se le hicieron al Presidente por haber prendido las luces del estadio de Fuerte Tiuna para jugar una caimanera, y la transmisión repetida de las declaraciones de Ismael García denunciando que el Gobierno le instaló una planta termoeléctrica a Cuba para generar 175 megavatios, que costó €99 millones, sin autorización de la Asamblea Nacional. Todo ello, en momentos cuando se le está exigiendo a la población fuertes sacrificios para ahorrar electricidad, incluso imponiendo severas penalizaciones para quienes no lo hagan.

Sea cual sea la triste historia de lo que actualmente acontece en Globovisión, lo cierto es que la situación planteada es una muestra más de que la libertad de expresión es en extremo exigua en Venezuela. Es por esto que una mayoría importante del país ve con seria preocupación que Globovisión, uno de los contados medios con línea editorial independiente que quedan en el país, pueda sucumbir a las garras del Gobierno, como anteriormente lo han hecho otros medios de comunicación.

En Venezuela la mayoría de los canales de televisión están plegados a las líneas que dicta el Gobierno, o son canales del Estado al servicio del proceso revolucionario. Recientemente RCTV Internacional fue cerrada ilegal y arbitrariamente por segunda vez en tres años, utilizando todo tipo de artimañas dictatoriales.

La mayoría de las radioemisoras, luego del cierre de 34 estaciones y la amenaza que pende sobre otras 200 “investigadas”, están aplicando una autocensura feroz, incluso sacando a analistas y comentaristas anclas de los espacios con mayor audiencia.

Por su parte, los medios impresos se autocensuran cada vez más. Por un lado, están presionados porque, muchas empresas privadas limitan sus pautas de publicidad en los medios muy críticos; mientras que las pautas de los entes oficiales privilegian a los medios pro-revolución. Además, porque se ha duplicado el costo del papel, luego de la devaluación del bolívar de Bs.F.2,15:$ a Bs.F.4,30:$.

Sólo quedan las redes sociales como Twitter y Facebook, por ahora, pues también pesa sobre ellas la amenaza de ser sacadas de juego.

Ante toda esta dramática situación, vale recordar a Ghandi cuando dijo que “más que los actos de los malos, me atemoriza la indiferencia de los buenos”.

No hay comentarios: