06 diciembre, 2009

Entrevista a Carlos Ortega

“Mi obligación era dar la cara por los trabajadores”

La Verdad - Gladys Socorro/Enviada especial - Lima.

En entrevista exclusiva, Carlos Ortega, líder sindical que dirigió la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) desde 2001 y que un año después encabezó con Fedecámaras el paro cívico en contra del Gobierno de Hugo Chávez, conversó y detalló mucho de su situación de asilado en el Perú. Es la primera vez que Ortega habla en tres años.




- ¿Cómo vive Carlos Ortega en Perú? ¿Con quién vive? ¿A qué se dedica? ¿En qué piensa?


- Vivo con las restricciones afectivas y económicas con las que vive cualquier ciudadano privado de su patria por razones políticas. Claro que en mi caso en particular, tal situación se agrava pues, como todo el pueblo venezolano conoce, soy un hombre sin recursos y no poseo bienes de fortuna, por lo que en este país he pasado más trabajo que "ratón en ferretería", como decimos allá. Esta circunstancia económica me obliga a estar mucho tiempo solo, pues mi mujer no puede instalarse definitivamente aquí ni trasladarse con la frecuencia deseada.

- Estoy desempleado, y aún cuando agradezco profundamente a Perú y a su gobierno democrático haberme otorgado el asilo, en especial a su canciller José Antonio García Belaúnde y al presidente Alan García, estoy seguro que ambos desconocen mi precaria situación económica y laboral.

- En cuanto a qué me dedico, pues diariamente leo, escribo y sigo paso a paso y con muchísima preocupación la tragedia que vive nuestro país. Pienso en mi mamá, a quien no veo desde hace tres años; en mis hijos y nietos, quienes también han pagado las consecuencias de mi persecución; en mi familia en general; en mis amigos; y principalmente pienso, con mucha tristeza, en la infelicidad, la desventura, desdicha, en fin, en el calvario que viven los trabajadores y el pueblo de Venezuela.

- ¿Cómo ha sido su proceso de adaptación en este país? Son otras costumbres que aunque muy parecidas a las de Venezuela, siempre pegan.

- No puedo hacer comparaciones porque añoro la patria. Esto del exilio es muy duro, sin embargo, he logrado adaptarme dentro de lo posible a este país, y ello es producto de haber encontrado a una excelente familia peruana que me ha tendido la mano, me ha apoyado, me ha integrado como uno mas de ellos, incluso en algunas ocasiones me ha "sacado las patas del barro". En realidad no tengo como agradecerles a Lalo, Rite y Luz, y a sus hijos y demás familiares, el cariño, la solidaridad y el apoyo que nos han brindado en este país, solidaridad que por cierto, es muy parecida a la que en el pasado tuvimos los venezolanos entre nosotros mismos y que lamentablemente se perdió.

- En cuanto a la comida, extraño el mondongo, el pabellón, las empanadas, el chivo, la arepa pela’, el queso de cabra y el cochino frito, pero indudablemente que la comida peruana es muy buena, exquisita y, en ese sentido, me he adaptado muy bien porque soy muy glotón, me gusta comer bien y aquí en Lima, en todas, partes se come sabroso.

- ¿Cómo se vive en el exilio? ¿Cuál es la experiencia más fuerte que ha pasado y qué es lo que más extraña de Venezuela?

- El exilio es muy duro, muy fuerte, sobre todo cuando no se cuenta con recursos económicos ni trabajo, ni con la solidaridad de mis propios compañeros de lucha sindical, en quienes creí ciegamente. Tal vez la situación más fuerte que he afrontado ha sido tener sólo cereal y leche para comer. De Venezuela, mi país, mi patria, echo de menos todo: mis hijos, mis nietos, mi familia, mi Punto Fijo, el clima, Caracas, mis amigos, la comida, la prensa, la CTV, los trabajadores y sus familias... y todo lo extraño con la misma intensidad.

- ¿Por qué escogió Perú?

- Por la tradición democrática que históricamente ostenta, además porque confié en las amistades que tengo aquí ya que muchas de ellas vivieron, atravesaron por la situación que estoy pasando y para ese momento contaron con la solidaridad y el apoyo nuestro y de mi partido Acción Democrática y del pueblo venezolano en general, y pensé que era posible la reciprocidad.

- ¿ Se arrepiente de algo de las cosas que pasaron y que lo obligaron a salir del país? ¿Se arrepiente de lo que ha vivido? ¿Si tuviera que echar la película hacia atrás qué haría de nuevo y qué no haría?

- No me arrepiento absolutamente de nada y asumo toda la responsabilidad sobre lo bueno y lo malo que la lucha política y social que libramos haya causado, porque mi obligación era dar la cara por los trabajadores y el pueblo en general, que clamaba libertad y democracia. Si la consecuencia de esto fue transformar un paro general, cívico, pacífico y constitucional en una rebelión civil para meterme a la cárcel por 16 años, lo asumo con entereza y repito lo que les dije en el tribunal a la juez Milagros Morales y a la fiscal acusadora, Luisa Ortega Díaz, actual Fiscal General de la República: no pido clemencia ni perdón porque no cometí ningún delito, sino que mi compromiso como luchador social era asumir la defensa y vocería de los trabajadores y de la población venezolana, y eso hice.

- Aprovecho esta oportunidad para aclarar de una vez por todas que fui juzgado por rebelión civil, delito político por excelencia, que tampoco cometí, pero en todo caso, no fui enjuiciado por golpista o conspirador como muchos de mis supuestos aliados, amigos y compañeros de la oposición han manifestado y menos aún por haber cometido algún delito común. A pesar de ser uno de los venezolanos más investigado y perseguido, no tiene nadie ninguna posibilidad de relacionarme o señalarme como incurso en algún hecho de corruptela.

- ¿Siente que ha cumplido con la patria o todavía le falta?

- He cumplido, pero me falta, ahora es cuando, porque con la patria nunca se termina de cumplir, menos con una patria tan generosa y grande como Venezuela. Lamentablemente mi condición de asilado político comporta ciertas restricciones ciudadanas, pues la ley de Asilo peruana no sólo me prohíbe dar declaraciones políticas sino también realizar cualquier actividad de ese tipo y ello, obviamente, ha retrasado el cumplimiento del deber que en ese sentido tengo con mi país.


Último mensaje público de Carlos Ortega a Venezuela (mayo 2007)



- ¿ Cómo fue su fuga de la cárcel?

- En primer lugar debo decir que desde el momento en que fui llevado a Ramo Verde mi norte fue fugarme y así lo manifesté públicamente durante el juicio, a mis compañeros de presidio y a quienes me visitaron en la cárcel, de tal manera que eso no fue una decisión oculta. Por razones obvias no puedo darle ningún detalle de la misma. Ese momento llegará. Sólo debo resaltar que la fuga constituyó una operación impecable, de la que nadie, ni civiles ni militares, salió herido o muerto, y en la que ni siquiera se causó daño físico a la estructura de la cárcel. No obstante, hasta hoy, algunos representantes de la oposición, incluidos colegas suyos, en su mezquindad tienen la osadía de decir que conté con la ayuda del régimen para alcanzar la calle. En todo caso, y aún con todo el riesgo corrido, al igual que la mayoría de los venezolanos que me conocen y estiman, disfruté muchísimo de la evasión junto con los coroneles Jesús y Darío Faría y su sobrino, el capitán Rafael Faría, compañeros de fuga.

- ¿En todo el trance que pasó recibió apoyo de su partido Acción Democrática? ¿De otras organizaciones?

- He recibido apoyo de algunos de mis compañeros de partido, tanto de la nueva como de la vieja guardia, pero de mi verdadero partido, la CTV, no he tenido apoyo ni solidaridad alguna, es más, ni siquiera se atreven a mencionarme cuando son entrevistados o cuando tienen alguna tribuna pública. Me estoy refiriendo a la institución.

- ¿Qué opina de la sentencia a los comisarios y a otros seis policías metropolitanos?

- No puedo darle una opinión sobre la misma sin emitir un juicio político y ello, como ya indiqué, me está prohibido por la ley de Asilo peruana. Lo que no puedo dejar de decir es que tanto Vivas, Forero y Simonovis, como los otros oficiales de la Metropolitana, han transitado por una situación muy similar a la mía: solos, abandonados, en precaria situación económica, contando únicamente con el apoyo de sus familiares y de sus abogados, en particular de José Luis Tamayo y su equipo, quienes tanto en mi caso en el que debo mencionar a Carlos Roa Roa, como en el de ellos, han realizado un excelente trabajo profesional y desinteresado, aún conociendo que no lograrían ningún resultado favorable.

- El viernes es primero de mayo, Día del Trabajador. Usted, como la persona que fue el líder de la central obrera más importante del país, ¿cómo analiza la situación laboral actual? En el caso de los trabajadores de PDVSA, ya su presidente dijo que no les darían aumento este año porque no hay recursos.

- La situación laboral en mi país es muy difícil, aunque no debe sorprendernos porque si de algo me ocupé fue de denunciar las cosas que ahora estamos presenciando en el sector laboral y sindical venezolano. Quiero recordarle a mis compañeros y al país en general que en múltiples ocasiones advertí públicamente que las convenciones colectivas, el movimiento sindical libre y democrático y los salarios como tal, desaparecerían, y esto es lo que estamos presenciando hoy en día.

- ¿Cómo ha analizado la evolución de la industria petrolera en todos estos años que ha estado bajo el mando de Rafael Ramírez?

- La industria petrolera en estos años no ha evolucionado, ha involucionado, está prácticamente quebrada todo producto de la ineptitud de quienes la dirigen y de la improvisación en materia de políticas de operación, amén de la diversificación de su objeto social que ha llevado a la industria más importante del país a vender pollos y neveras, entre otras cosas. Esto no lo dice Carlos Ortega, ésto aparece publicado por la propia industria y declarado por su Presidente. Es conocido que el año pasado la industria obtuvo un ingreso de aproximadamente 100 mil millones de dólares y, sin embargo, desde principio de este año anda buscando financiamiento en el exterior y ya tiene lista la emisión de bonos por dos mil millones de dólares porque no tiene dinero para pagar los salarios y pasivos laborales a los trabajadores ni para cancelar las deudas de las contratistas y suplidores, en síntesis, una corporación destruida por quienes la dirigen cuya recuperación será difícil y muy costosa para los venezolanos.

- Envíe un mensaje a los trabajadores venezolanos.

- A los trabajadores venezolanos y sus familias vayan mis palabras de apoyo, aliento y solidaridad ante las adversidades que confrontan en los actuales momentos. Mantengan el optimismo, la confianza, la fe, la dignidad y la moral muy en alto. Es necesario integrarse, unirse monolíticamente, dejar el miedo o el temor y dedicarse a defender sus salarios, sus convenciones colectivas y los beneficios que alcanzaron producto de la lucha librada en administraciones anteriores y no por bondad de gobierno alguno.

- ¿Se quedará en Perú o se irá a otra nación?

- No, permaneceré en Perú el tiempo que sea necesario, y aunque estoy agradecido de su Gobierno y su pueblo, confío en que mi estadía aquí será corta. No iré a ninguna otra nación.

- ¿Qué aspira del futuro, tanto para usted como para Venezuela?

- Aspiro que se restablezca la democracia en mi país y con ella la paz, la tranquilidad y la armonía que siempre reinó en Venezuela. Aspiro la reconciliación de los venezolanos, que termine la división y el odio entre hermanos compatriotas y aspiro, por último, regresar a mi patria lo más pronto posible.

Un poco de historia

* Carlos Ortega Carvajal nació en San Cristóbal, Táchira, el 9 de noviembre de 1945. Muy pequeño se trasladó a Punto Fijo, donde se crió. Trabajó en PDVSA, donde se desempeñó como sindicalista, miembro del partido Acción Democrática. En 1994 fue escogido como representante de Fedepetrol. Tiene cuatro hijos.

* En 2001 fue elegido presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV). Obtuvo el 64,06 por ciento de los votos.

* En abril de 2002 participó en las protestas que desembocaron en la marcha del 11 de abril de 2002. Previamente la CTV había convocado a un paro general que se convirtió en indefinido. 

* El 2 de diciembre de 2002 lideró, junto a Carlos Fernández, presidente de Fedecámaras, la huelga indefinida contra del mandatario nacional, que durante 63 días. Luego del paro fue acusado de rebelión y traición a la patria.

* En marzo de 2003 solicitó asilo político en Costa Rica, de donde fue expulsado por violar las reglas. Estuvo en Venezuela hasta que el 28 de febrero de 2005 fue detenido. El 14 de diciembre de ese año fue condenado a 16 años de prisión. Lo trasladaron a Ramo Verde, de donde escapó el 13 de agosto de 2006, junto a los coroneles Darío y Jesús Faría y el capitán Rafael Ángel Faría.

Discurso de Carlos Ortega durante el paro petrolero (diciembre 2002)



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