Las siguientes letras describen exactamente como era el Presidente Herrera.
Este mi pequeño homenaje para Usted Sr. Presidente, Sr. Democrata.
Luis Herrera Campins

Nació el 4 de mayo de 1925. Dirigente político socialcristiano y presidente de la República en el período 1979-1984. Abogado, carrera que culmina en España, en el exilio. Practica el periodismo político en el semanario Copei y en el diario El Gráfico. A su regreso al país, después del 23 de enero de 1958, se convirtió en uno de los dirigentes más importantes de Copei.
Nos recibe en el corredor de su agradable casa “La Herrereña”, en Sebucán, y sin darnos cuenta comenzamos un recorrido gastronómico por Venezuela.
El Presidente Luis Herrera Campins, de casta llanera y barquisimetano de adopción, durante su período presidencial se ganó en buena lid su fama de comelón, aunque se tejieron algunas invenciones en torno a sus gustos gastronómicos.
Comenzamos nuestra charla con un comentario de este llanero: “En el viejo Llano se decía que la vida está en los dientes, con lo cual se pone de relieve la importancia que ese núcleo de venezolanos le da a la comida, porque creo que el venezolano es amante de la comida, de la buena mesa, así sean muy sencillos, creo que en general estima más la comida que la bebida”.
Recuerdos
Recuerda sus tiempos de niño en Acarigua y evoca los desayunos llaneros con su fama de ser copiosos, donde nunca faltaban las arepas de maíz, el suero, los huevos en sus diferentes maneras de cocinarlos y, desde luego, una buena taza de café.
En la casa de los Herrera Campins, a diferencia de otras casas llaneras, se hacían las tres comidas, pero él nos relata las dos comidas que tradicionalmente se hacen por esos lares.
“Una, bastante entrada la mañana, y otra, bien entradas las horas vesperales. El almuerzo era alguna sopa o un hervido o un sancocho o un plato de granos, y yo justamente en ese sentido prefería las caraotas negras y los quinchonchos, particularmente los quinchonchos verdes que realmente ha sido unas de mis ambiciones gastronómicas más persistentes.
Siempre había arroz, pero arroz amarillo, con onoto, plátano en cualquiera de sus formas y una especie que ahora se usa muy poco, que es el topocho, que puede comerse verde o maduro, y con el verde se hacían los tostones originarios que yo comí de niño”.
Todo esto lo acompañaba la familia Herrera con una buena porción de carne asada a la usanza llanera y otras veces era carne de cochino frito.
Su madre
Doña Rosalía Campins de Herrera tenía unas manos extraordinarias, todo lo que hacía tenía un toque especial, pero no podía dar recetas porque sus medidas eran muy personales: “Le pones un poquito de..., una migajita de..., una ñinguita de... Qué significaba eso en medidas, sólo lo sabía ella. El dulce de lechosa lo hacía y como las tiritas le quedaban transparentes lo llamaba dulce de espejitos”.
Quinchonchos verdes
Es una de sus comidas preferidas, pero con los que se ha llevado chascos, como la vez que en una campaña electoral por el estado Lara, alguien con la mejor intención informó de su preferencia por este plato y todo ese fin de semana que visitó distintos poblados, en cada lugar que llegaba, lo agasajaban con un plato de sus preferidos.
“Señalo esto porque la gente popular es muy bondadosa y quieren que uno esté contento, que uno pueda consumir aquello que le gusta y se esmeran en eso”.
La Guzmania y sus tostones
La presidencia de la República le regaló a don Luis Herrera la suerte de tener a su disposición y de sus allegados otro de sus platos preferidos y que recordaba de su infancia: los tostones de topochos preparados en La Guzmania.
“Los mejores que alguien pueda haber probado nunca en su vida, especialmente aderezados con sal y ajo, pero en una forma tal que la parte externa era tostada y por dentro era suavecita, era una cosa divina verdaderamente. Yo creo que la gracia estaba en quién los hacía”.
Lara
En el estado Lara está el chivo, tanto fresco como el salón de chivo y en talkarí, que lo sirven de manera tan opípara que una vez creyó que la olla que le trajeron era para compartirla, pero le informaron que todos recibirían la misma ración.
De las bebidas del estado Lara se nos presenta como un gran conocedor del cocuy.
“El cocuy maduro de la zona de Siquisique, que es realmente cristalino. Si ves una botella de cocuy fino no sabes si es una botella de alcohol o de agua”.
Guárico
De este estado recuerda un sitio llamado “El Rey del Colesterol”, de don Pedro Herrera, en Valle de la Pascua.
“Era un sitio verdaderamente concurrido por la gente que no tenía miedo a ingerir cantidades grandes de colesterol”.
Zulia
“Si tú vas por lo menos al Zulia no puedes dejar de comer los alimentos en coco que son allí muy abundantes, ni puedes dejar de comer el dulce de hicacos y, particularmente, los huevos chimbos”.
Sucre
“Si vas al oriente, al estado Sucre, cómo no vas a comer unos chorizos carupaneros o de Río Caribe, o unas huevas de lisa que además de tan sabrosas y tan nutritivas, son tan vigorizantes. Mis amigos siempre me traen”.
Bolívar
Considera nuestro “buen diente” personaje de hoy que realmente hay una variada geografía gastronómica venezolana y en Bolívar, por ejemplo, no se pueden olvidar los pescados.
“Unos con alguna mitomanía, ya que dicen que el que come la cabeza de zapoara se casa y se queda en Bolívar”.
Anzoátegui
“Una cosa que me gustaba mucho hacer cuando estaba en campaña electoral por el estado Anzoátegui, era llegarme hasta Mapire en horas de la mañana tempranito y comerme un bagre frito a orillas del Orinoco”.
Mérida
Siendo un plato que se prepara en Lara, nuestro personaje consiguió en Mérida otro de sus platos preferidos de la cocina venezolana: el lomo prensado, y conoció el aparato que le da su nombre, la prensa, y hasta trató de que le construyeran una.
“Para acercarme por lo menos a esa delicia que realmente es el lomo prensado”.
Los Torontos
“El mito de los torontos es una de las invenciones que ha pegado más de la gente de Acción Democrática. Los amigos adecos decían que yo me la pasaba con los bolsillos llenos de Torontos y que cuando me daban un abrazo se reventaban, y la verdad es que yo desde los 8 años no puedo comer chocolate, me enferma literalmente. Mis kilos han sido fundamentalmente salados”.
Así terminamos nuestra conversación con este llanero que come como si estuviera celebrando un culto; conocedor de la cocina criolla; a quien Guayana lo deslumbra y le produce una sensación difícil de explicar; que recuerda el arroz con leche inimitable de su madre y su suegra; que sigue recibiendo Torontos como regalo, y quien contempla con admiración la policromía del Ávila en las mañanas y lamenta no ser un pintor impresionista.
“Para captar, como dicen, la flor del instante”.
Nos despide personalmente en la puerta de “La Herrereña”, al tiempo que pasa un grupo de jóvenes que lo saludan amable y afectuosamente: “Adiós Presidente”.
Si, nunca mejor dicho, adios Presidente, adios Dr. Luis Herrera.
Hoy sera enterrado y espero que la gente se decida a acompañarlo hasta su ultima morada.

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